INTEGRANTES
Stefanie María
Terán Terán.
Ana María Roque
Guardado.
LICENCIADO
Hugo Ismael
Carrillo Cerna.
MATERIA
Filosofia General ´´F´´
TEMA
Historia de la Filosofía.
1.
Estudio de la historia de la filosofía y
su importancia.
Para Hegel, la filosofía tiene una unidad histórica:
es un caminar hacia la verdad, por más recodos que encontremos. No es un mero cúmulo de opiniones,
según las ideas caprichosas del pensador de turno. Cada filósofo depende en sus
ideas, argumentos y estilo de los anteriores, y hace posible la transición al
pensamiento que le sigue: las ideas parecen bullir como hormigas, pero
orientadas en una misma dirección final.
Cuando los filósofos estudian y afrontan problemas,
han pretendido tender hacia la verdad como horizonte. Se plantean los grandes interrogantes del hombre: el
conocimiento, la naturaleza, la estructura del mundo, la complejidad del ser
humano, la libertad y la ética... Creyentes o no, siempre han intentado
establecer un dialogo entre fe y razón, entre filosofía y teología, entre
filosofía y ciencia/cultura en busca de la verdad y soluciones a los problemas.
Por tanto, la
historia es ya filosofía: no es mera exposición histórica/erudita de
ideas, sistemas de pensamiento y afirmaciones, sino búsqueda de planteamientos
correctos y soluciones a los problemas, a las incoherencias, etc.
En filosofía, todo
es discutible: por principio, no se admiten verdades sin haber sido
previamente demostradas y razonadas. Incluso los hechos históricos se discuten,
en cuanto que pueden ser objeto de diversas interpretaciones. Filosofía e
historia son inseparables.Con estas observaciones, la filosofía no debería invitar al escepticismo ni
llevar a un abandono de las propias creencias y prejuicios. Más bien, debería
suscitar una confianza en la razón y
en la capacidad del hombre para acercarse asintóticamente a la verdad y
hallar soluciones -al menos provisionales- a los problemas. Cada autor aporta
una pieza al puzle que podríamos llamar verdad. Por tanto, los filósofos no
piensan aisladamente; construyen sobre lo que otros hicieron y aportan
fundamentos a los que le siguen. Nadie posee la verdad absoluta, pero todos la
buscan. Algunos, convencidos de que no existen verdades absolutas, se esfuerzan
por aclarar los problemas y cuestiones parciales a su alcance.
Puesto que cada
época hace posible la siguiente y gracias a que un sistema cae puede surgir
otro, las corrientes de pensamiento son visiones parciales, nunca absolutas ni completas, de la
realidad. Por tanto, no hay razón para hundirse en el escepticismo (hay progresos en los problemas) ni hay razón para
ser dogmático (nadie tiene el monopolio
de la verdad).Puesto que la verdad se va alcanzando gradualmente
y requiere esfuerzo de reflexión, análisis y estudio, es preciso estar en estado
de alerta permanente. Estamos
obligados a ser críticos, con nosotros mismos y ante todas las
informaciones que nos llegan del exterior. Como seres humanos, ninguno deberíamos renunciar a ser filósofos, a
buscar la verdad con espíritu crítico.Cuando se mira en la historia y en el pasado,
deberíamos buscar aquello que no envejece, las ideas más vivas y geniales,
porque muchas personas de gran talento e inteligencia se han enfrentado antes
que nosotros a problemas fundamentalmente parecidos a los nuestros.
Historia de la filosofía
La historia de
las ciencias particulares suele ocupar un lugar accidental en el estudio de
esas disciplinas. Esto es cierto, sobre todo en las ciencias experimentales,
donde el interés se concentra en el desarrollo histórico de sus problemas y
soluciones tiene mayor interés ya que a
la luz de las circunstancias históricas; de lo mismo, pero en grado todavía
mayor, sucede en la filosofía.
2.
Etapas principales de la filosofía.
La historia
de la filosofía se divide en varias etapas, las cuales presentas diferentes
características y en ellas se plantean reflexiones desde diversas perspectivas.
Esta
historia se divide en:
2.1 Filosofía Griega
Es un periodo de la historia de la
filosofía comprendido, aproximadamente, entre el surgimiento de la filosofía
occidental en el periodo presocrático (siglo VI a.c) y la filosofía helenística,
que finaliza, según la fecha convencionalmente aceptada, en el año 30 a.c En
ocasiones también se denomina filosofía
clásica o filosofía antigua,
si bien ese período puede incluir también el pensamiento romano.
La sociedad griega presentaba
características peculiares. Una estructura política basada en la polis, una
religión politeísta carente de jerarquía y ortodoxia, una clase social
emprendedora, dedicada al comercio y al ocio y con amplios contactos con otras culturas del mediterráneo, así como una desarrollada curiosidad.
La unión de estos elementos, junto a un supuesto genio griego propició la aparición de nuevas explicaciones sobre
la naturaleza y el ser humano, hasta entonces solamente aclaradas por los mitos
y las tradiciones. La expansión de la cultura griega durante el helenismo, su
absorción por el imperio romano, la posterior relación con el cristianismo y su definitiva recuperación en el siglo XIII gracias
a traductores como Averroes, así como el interés que durante el renacimiento se
profesó a este conjunto de pensadores, contribuyeron a que la Filosofía griega
se continuara estudiando, y a que se convirtiera en uno de los pilares de la
cultura occidental.
División general de la Filosofía griega
Casi todos los historiadores dividen la
Filosofía griega en tres periodos, pero no todos convienen cuando se trata de
señalar el tiempo que abraza cada uno de estos periodos, y los caracteres que a
cada cual corresponde como periodo filosófico. Según Tennemann, el primer
periodo corre desde Tales de Mileto hasta Sócrates, y abraza la Filosofía ante
socrática, como la apellida Ritter; el segundo comprende desde Sócrates hasta
la comunicación y difusión de la Filosofía griega entre los romanos, o sea
todas las escuelas originadas y representadas en el movimiento socrático,
incluyendo los estoicos y epicúreos; el tercero abraza el estado y vicisitudes
de la Filosofía griega bajo la dominación romana hasta su desaparición en el
siglo VIII del Cristianismo, o sea hasta San Juan Damasceno. Con esta
clasificación e idea general de la Filosofía griega, coinciden en el fondo, y
con ligeras variantes, las que adoptan y defienden Ritter y Schleiermacher.
La clasificación y división que propone y sigue Hegel se aparta más de la de Tennemann; pues, según aquel filósofo, el primer periodo comprende desde Tales hasta Aristóteles; el segundo se halla caracterizado por la propagación y estado de la Filosofía griega en el mundo romano; y el tercero abraza solamente la Filosofía neoplatónica.
Sin entrar a discutir el fundamento de estas [97] opiniones, ni de las de Brandis, Zeller y otros, que se apartan más o menos de las arriba indicadas, parécenos muy aceptable y fundada la división adoptada por Tennemann y Ritter, pero limitando la duración o espacio de tiempo señalado para el tercer periodo, el cual, en nuestro sentir, debe terminar con la escuela neoplatónica de Atenas hacia mediados del siglo VI de la era cristiana.
En conformidad y relación con lo expuesto,
dividiremos la Filosofía griega en tres periodos, de los cuales el primero
abraza las escuelas anteriores a Sócrates a contar desde Tales; el segundo las
escuelas posteriores a Sócrates hasta la difusión y propagación de las mismas
entre los romanos; el tercero el estado y vicisitudes de estas escuelas y de la
Filosofía griega hasta la clausura de la escuela filosófica de Atenas en tiempo
de Justiniano. El primer periodo abraza dos siglos, o sea desde el año 600
hasta el 400 antes de la era cristiana: el segundo termina con la reunión o
fusión del Pórtico y la Academia para dar comienzo al sincretismo alejandrino,
precedido y acompañado del movimiento escéptico, sincretismo que representa y
constituye el tercer periodo de la Filosofía griega, la cual coexiste con la
cristiana durante algunos siglos. El conjunto de estos tres periodos de la
Filosofía griega compone, por consiguiente, un periodo total de mil doscientos
años próximamente.
Primer periodo de la filosofía griega
La escuela jónica
Sin contar la escuela o secta de los sofistas, la cual
puede considerarse como la transición al segundo periodo helénico iniciado por
Sócrates, el primer periodo de la Filosofía griega abraza cuatro escuelas
principales, que son la jónica,
la itálica o pitagórica, la eleática y la atomística, si bien esta última es
considerada por algunos, no sin fundamento, como una prolongación y variante de
la escuela jónica.
Pero sea de esto lo que quiera, conviene no perder de vista que durante este periodo primero de la Filosofía helénica, aparecieron algunos filósofos que, sin pertenecer de una manera exclusiva y sistemática a ninguna de las escuelas mencionadas, contribuyeron al movimiento general de la Filosofía durante este periodo, ora iniciando una nueva evolución en alguna de las escuelas dichas (Heráclito, Anaxágoras), ora inspirándose en varias de las mismas (Empedocles), y formulando una especie de concepción sincrética y conciliadora.
Ya dejamos indicado arriba que el carácter general y común a todas estas escuelas y a sus derivaciones [101] parciales, es el predominio del pensamiento cosmológico, o, si se quiere, del problema físico. Los jónicos y atomistas, lo mismo que los eleáticos y pitagóricos, no menos que Heráclito y Anaxágoras y Empedocles, tratan ante todo y sobre todo de conocer y determinar la materia, la esencia, la realidad que constituye el ser o substancia de las cosas particulares, y, por consiguiente, del Universo-mundo. Porque es de notar que, para todas estas escuelas y filósofos del primer periodo, excepción hecha a lo más de Anaxágoras, las substancias materiales y sensibles entrañan la universalidad del ser, la realidad se identifica en el fondo con la naturaleza o mundo visible. Ni el número de los pitagóricos, ni el ser abstracto de los eleáticos, ni el fuego de Heráclito, representan y significan una realidad o substancia espiritual distinta de la realidad material. Y esta negación, o, mejor dicho, esta ausencia de la concepción de un ser espíritu, constituye otro de los caracteres generales de la especulación helénica en su primer periodo.
Los sofistas
En su origen, el nombre de sofista no llevaba consigo la idea
desfavorable que hoy le atribuimos, puesto que solía darse esta denominación a
los que hacía profesión de enseñar la sabiduría o la elocuencia. Sólo a contar
desde la época de Sócrates y Platón, el sofista se convirtió en un hombre que
hace gala y profesión de engañar a los demás por medio de argucias y sofismas;
que considera y practica la elocuencia como un medio de lucro; que hace alarde
de defender todas las causas, y que procede en sus discursos y en sus actos
como si la verdad y el error, el bien y el mal, la virtud y el vicio, fueran
cosas, o inasequibles, o convencionales, o indiferentes. Tales fueron los que
en la época socrática se presentaron en Atenas, después de recorrer pueblo y
ciudades, haciendo alarde de su profesión y de su habilidad sofística.
Por un concurso de circunstancias especiales, Atenas vino a ser el punto de reunión y como la patria adoptiva de los sofistas. La forma solemne, pública y ruidosa en que estos exponían sus teorías, el brillo de su elocuencia, los aplausos que por todas partes les seguían, las máximas morales, o, mejor dicho, inmorales que profesaban, todo se hallaba en perfecta armonía y relación con el estado social, religioso y moral de la ciudad de Minerva. La lucha heroica que había sostenido en defensa de la libertad de los [175] griegos, los nombres de Milciades y Temístocles, las jornadas de Maratón y de Platea, el triunfo de Salamina, excitando maravillosamente el entusiasmo de los atenienses, desarrollando su actividad en todos sentidos, despertando y avivando el genio de la ciencia, de la industria y de las artes, habían hecho de la patria de Solón la patria común y como la capital intelectual y moral de toda la Grecia. A ella afluían las riquezas y tesoros del Asia y la Persia, del continente helénico, de las islas confederadas, derramando en su seno la opulencia y con ella el lujo, la molicie y la relajación de las costumbres públicas y privadas; a ella afluían también los últimos representantes de la escuela fundada por Tales, abandonando la Jonia, amenazada a la vez por el despotismo persa y por las exacciones de los mismos griegos. Afluían igualmente a Atenas los sucesores de Demócrito, los de Parménides y los últimos restos del pitagorismo, atraídos unos por el brillo y cultura de la metrópoli intelectual de la Grecia, y obligados otros por las discordias civiles de su patria. Añádase a esto la supremacía política ejercida por Atenas, el prestigio de la victoria que por todas partes acompañaba sus armas, el brillo esplendoroso que sobre su frente derramaron historiadores como Heredoto y Tucídides, poetas como Sófocles y Eurípides, artistas como Fidias y Praxíteles, y sobre todo téngase en cuenta que era el foco de todas las intrigas políticas, y se reconocerá que aquella ciudad estaba en condiciones las más favorables para ser visitada y explotada por los sofistas, y para servir de teatro a sus empresas.
Concretándonos, pues, al periodo propiamente
filosófico que comienza con Tales y termina con los sofistas, periodo en el
cual la Filosofía helénica ofrece ya cierto organismo científico y aspecto
sistemático, diremos que
Diferente era la marcha que seguía y diferente la materia de sus discursos cuando hablaba con hombres en los cuales descubría verdadera vocación filosófica, como sucedía con Fedón, con Teages, con Aristipo, con Euclides, y particularmente con Platón.
Dada la variedad de direcciones que Sócrates sabía imprimir a su enseñanza, y dados los elementos heterogéneos que se agrupaban en su rededor, no es difícil darse cuenta de las varias escuelas que nacieron de su enseñanza, y que pueden dividirse en completas e incompletas. Pertenece al primer género la de Platón, o sea la académica, porque sólo esta escuela expuso y conservó la concepción socrática en sus varios aspectos, desarrollándola y completándola a la vez con investigaciones e ideas nuevas. Las demás escuelas formadas al calor de la enseñanza de Sócrates, se limitaron a exponer, cultivar y, generalmente, a exagerar algún aspecto parcial de la misma. Pertenecen a este género la escuela cirenaica, fundada por Aristipo; la cínica, que debe su origen a Antístenes; la megárica, fundada por Euclides, y las de Elis y de Eretria, representadas por Fedón y Menedemo. Hablaremos primero de las escuelas incompletas que representan direcciones parciales de la doctrina socrática, para
Algunos dicen que nació en Egina, y son muchos los que afirman que su nombre verdadero, o el que le dieron sus padres, fue el de Agatocles, sin que se sepa de cierto cuándo y por qué recibió el nombre de Platón, que conservó toda su vida. También se dice que en sus primeros años se dedicó a la poesía y que escribió varios poemas épicos y ditirámbicos. Si esto es exacto, es preciso admitir en todo caso que las aficiones poéticas de Platón no fueron duraderas, toda vez que a los veinte años se hizo discípulo de Sócrates, sin ocuparse más de poesía, entregándose por completo al estudio de la Filosofía. Platón siguió la escuela de Sócrates por espacio de ocho años, o sea hasta la muerte de su maestro, después de la cual se retiró a Megara.
Pasado algún tiempo al lado de Euclides para perfeccionarse en la dialéctica, Platón emprendió desde Megara, según tradiciones más o menos autorizadas, diferentes viajes y peregrinaciones. Clemente Alejandrino y Lactancio suponen que permaneció en Egipto por espacio de trece años, instruyéndose en sus ciencias y hasta en sus misterios hieráticos, atribuyéndole también viajes por la Fenicia, Babilonia, la Persia y la Judea. Sin embargo, si se exceptúa el viaje a Egipto, y esto sin determinar el tiempo de su permanencia, es preciso confesar que todas estas tradiciones carecen de fundamentos históricos.
Sus viajes a Italia y Sicilia, su comercio con los discípulos de Pitágoras y con los eleáticos, sus visitas a Dionisio el Tirano y a Dion, merecen mayor y casi completa confianza, dados los fundamentos en que se apoyan. Rico, y cargado, por decirlo así, con el despojos científico del Oriente y del Occidente, Platón abrió escuela pública en sitio ameno y frondoso, perteneciente a su amigo Academo, de donde se derivó a su escuela el nombre de Academia. El estudio y la enseñanza de la Filosofía ocuparon constantemente su espíritu, hasta que falleció en Atenas, a los ochenta y un años de edad.
Platón es tal vez el único filósofo notable de la antigüedad cuyos escritos han llegado íntegros hasta nosotros, lo cual ha contribuido a su celebridad y a que su doctrina sea mejor conocida. Esto no obstante, el pensamiento de Platón es obscuro y dudoso con frecuencia, contribuyendo a ello en parte la forma de diálogo, que no permite reconocer siempre con seguridad cuál sea la opinión del autor, y, por otro lado, la forma mitológica y alegórica que usa con frecuencia en sus escritos. De aquí es que no han faltado autores que atribuyeron a Platón una doctrina esotérica o secreta; por nuestra parte, creemos que el esoterismo platónico puede reducirse a las precauciones que era preciso tomar, si se quería no chocar o ponerse en abierta contradicción con el politeísmo oficial. Ello es cierto, sin embargo, que en sus escritos se tropieza frecuentemente con pasajes cuyo sentido es obscuro y ambiguo, con ideas y teorías que parecen contradictorias, según se echa de ver, entre otros, en los diálogos y textos que se refieren al origen, naturaleza y destino o existencia del alma después de la muerte, y, sobre todo, en los que se refieren a la teoría del conocimiento. Preséntanos unas veces al alma como substancia puramente espiritual, que vuela al seno de Dios después de la muerte, o es castigada en relación con sus obras; al paso que en otros pasajes hasta parece negarle espiritualidad verdadera y como que se acerca al materialismo, hablándonos del cuerpo etéreo y sutil que lleva consigo al separarse del cuerpo, y hasta de transmigración en cuerpos de animales. Por lo que hace a la teoría del conocimiento, la obscuridad es todavía mayor, siendo difícil por extremo fijar de una manera precisa el sentido y significación que da a las palabras sentido, imaginación, pensamiento o cogitatio, opinión, ciencia, razón.
Moral y política de Aristóteles
El hombre es capaz de moralidad, porque y en
cuanto está dotado de libertad y de razón. A diferencia de los animales, los
cuales obran propter finem de
una manera instintiva e inconsciente, el hombre conoce, delibera y obra propter finem, de una manera
consciente y refleja. El fin o bien que el hombre se propone alcanzar por medio
de su acción, es el primer movente y la primera causa de esta acción, aunque su
consecución real y efectiva es posterior a las otras causas: primum in intentione, est ultimum in
executione.
No siendo posible proceder in infinitum en el número y orden de los bienes que sirven de fin a nuestras acciones deliberadas, es preciso que haya alguna cosa que se considere como fin último y bien supremo asequible por medio de dichas acciones, y, por consiguiente, como la última perfección del individuo.
Consiste esta, para el hombre, en el ejercicio más perfecto de las facultades que son propias del hombre como ser racional, y, por consiguiente, en la práctica de la virtud, y sobre todo en la contemplación de la verdad, operación la más sublime y como la parte más divina (eorum, quae sunt in nobis divinissimum) que hay en el hombre. Así, pues, la última perfección del hombre y su felicidad en la vida presente consiste en la operación propia de la razón, como la cosa más divina en el hombre, y la vida que emana de esta operación es vida divina con respecto a la vida humana. Las riquezas, los honores, la salud y los demás bienes de la vida, no constituyen la felicidad y perfección del hombre; pero pueden contribuir a ella y son neccesarios para esta felicidad, según que y en la medida con que pueden facilitar la posesión de la virtud y la contemplación perfecta de la verdad.
Discípulos y sucesores de Epicuro
La corrupción general que a la muerte de
Epicuro se había apoderado de la Grecia y del Asia, la molicie en las
costumbres, la irreligión y el descreimiento que reinaban en aquellos países,
al propio tiempo que comenzaba a propagarse en Roma y en las provincias sujetas
a su dominación, contribuyeron poderosamente al desarrollo, extensión y
permanencia, que por espacio de siglos alcanzó la escuela epicúrea entre
griegos y romanos. Bien es verdad que la importancia y mérito de sus discípulos
y adeptos no corresponde a su número; pues, si se exceptúa al famoso autor del
poema De rerum natura, apenas
hay alguno que sea digno de especial mención.
a) Diógenes Laercio, en quien se descubre cierta predilección por Epicuro y cierta complacencia bastante significativa en la exposición de su doctrina, habla de sus discípulos y sucesotes más inmediatos en los siguiente términos:
«Tuvo muchos y muy sabios discípulos, como Metrodoro Lampsaceno, el cual, desde que le conoció, jamás se apartó de él, excepto seis meses que estuvo en su casa, y se volvió luego... Era constantísimo de ánimo contra las adversidades y contra la misma muerte, según dice Epicuro en el Primer Metrodoro. Dicen que murió siete años antes que su maestro, a los cincuenta y tres de su edad...
b) »Fue también discípulo de Epicuro Polieno de Lampsaco, hijo de Atenodoro, hombre benigno y amable, como le llamó Filodemo. Lo fue igualmente su sucesor en la escuela Hermaco de Mitilene, el cual al principio seguía la oratoria. De éste quedan excelentes libros, que son veintidós Cartas acerca de Empedocles. –De las Matemáticas, contra Platón y contra Aristóteles. Murió en casa de Lisias este varón ilustre. Fueron también discípulos suyos Leonteo con su mujer Temistia, a la cual escribió Epicuro, y asimismo Colotes e Idomeneo, todos naturales de Lampsaco.
Tercer periodo de la filosofía griega
El escepticismo académico
El esceptismo académico y debe su origen a una
transformación de la escuela platónica. Arcesilao, natural de Pitana, en la
Eolia, y discípulo sucesor de Crates en la Academia, fue el autor de esta
transformación. Con el intento de oponer una valla y correctivo al dogmatismo
exagerado de Zenón y Crisipo, resucitó y puso de nuevo en boga el método
socrático, empleando la ironía, la interrogación y la duda en las controversias
filosóficas. Los procedimientos escépticos por parte del método le condujeron
al escepticismo objetivo, y sus ataques contra las ideas claras de los estoicos
como criterio de la verdad, le arrastraron a exagerar las ilusiones de los
sentidos y [384] la impotencia de la razón par cerciorarse de la realidad
objetiva de las cosas y para llegar a la posesión científica y refleja de la
verdad. Sócrates había dicho: sólo sé
una cosa, y es que no sé nada; y Arcesilao, desarrollando el germen
escéptico del maestro de Platón, añadía: ni
aun sé de cierto que no sé nada. Sin embargo, su escepticismo no se
extendía al orden moral, cuya fijeza admitía con los estoicos, limitándose al
orden especultativo y metafísico. Sus discípulos y sucesores inmediatos fueron Lacides de Cirene, Evandro de la Focide y Hegesino de Pérgamo. Su sistema es
conocido generalmente en la historia de la Filosofía con los nombres de Academia media, Academia segund, para
distinguirlo de
Epicteto y Marco Aurelio
Apenas había bajado al sepulcro Séneca, cuando
comenzó a llamar la atención Epicteto, nacido en Hierápolis, ciudad de la Caria
o de Frigia, y a quien vicisitudes ignoradas de la guerra o de familia,
llevaron a la esclavitud. Su paciencia e imperturbabilidad de ánimo fue
verdaderamente estoica, a juzgar por las anécdotas que corren acerca de este
filósofo {154}, que fue
esclavo de un liberto de Nerón.
La Filosofía de Epicteto es la Filosofía del Pórtico, llevada al último grado de rigorismo en su parte ética. Nótase en ella, como en la de Séneca, la influencia vivificante de la idea cristiana, especialmente en sus [428] máximas referentes a la benevolencia universal, a la obediencia y culto de Dios, y a la conformidad con la voluntad divina en las adversidades y males de la vida presente. Nótase también esta influencia cristiana en los consejos sobre el modo de refrenar las pasiones y apetitos de la carne, y hasta en el desprendimiento de padres, parientes y patria, bien que desfigurando en esto último, o, por mejor dicho, desconociendo el sentido cristiano, puesto que Epicteto subordina este desprendimiento a la tranquilidad del ánimo, y en tanto lo recomienda, en cuanto que lleva consigo la paz o exención de cuidados, y, por consiguiente, con un fin esencialmente terreno y egoísta, cosas que están muy lejos de los fines superiores y de las condiciones propias del desprendimiento cristiano.
Plotino
Plotino, el representante principal y más genuino del
aspecto filosófico del neoplatinismo, nació en Lycópolis, en los primeros años
del siglo tercero de la Iglesia. Después de escuchar las lecciones de varios
filósofos, y últimamente las de Anmonio Saccas en Alejandría, se trasladó a
Roma, y allí enseñó el neoplatonismo hasta su muerte, acaecida en 270. Su
escuela fue muy concurrida, acudiendo a ella de todas las provincias del
Imperio, y convirtiéndose en centro de resistencia y de guerra contra la
religión cristiana, cuyos misterios, cuyos principios de igualdad entre todos
los hombres, y cuya universalidad de doctrina para
todos, se avenía mal con el orgullo y las tradiciones de la Filosofía pagana.
Porfirio, el confidente y el discípulo predilecto de Plotino, recogió y ordenó
los escritos de su maestro, distribuyéndolos en seis Enneadas, cada una de las cuales contiene nueve libros o
tratados. Estos escritos han llegado afortunadamente hasta nosotros, y nos
ponen en situación de conocer y juzgar la Filosofía de Plotino con más acierto
y seguridad que la de otros filósofos antiguos. He aquí su resumen:
a) Dios es una cosa incomprensible e innominable para nosotros: es todo lo que existe y nada de lo que existe; contiene en sí toda la realidad, pero no es una esencia determinada; de aquí se infiere que el nombre menos impropio que le podemos atribuir es el de Uno. [486] Es, pues, la unidad absoluta, necesaria, inmutable, infinita; pero no es la unidad numérica, es la unidad universal en su perfecta simplicidad. Este Unum abstracto y universalísimo está sobre todas las cosas, sobre todas las ideas y perfecciones que podemos concebir: siendo, como es, el principio y el ser de todas las cosas, no es ni bondad, ni libertad, ni pensamiento, ni voluntad, sino que es superior a todo esto, y hasta es superior al ser. El Uno no es el ser, no es la inteligencia: es superior al uno y a la otra; está sobre toda acción, sobre toda determinación, sobre todo conocimiento; no es ni movimiento, ni quietud, ni alma, ni inteligencia, ni siquiera cosa individual o determinada: neque illud, neque hoc dicere.
Origen y carácter
general de la Filosofía griega
Dotada la raza griega de aptitud incontestable para la
especulación filosófica, y poseyendo a la vez genio original e independiente,
no tardó en dar claras muestras de su energía intelectual y de sus tendencias y
aspiraciones a una civilización superior a cuantas la habían precedido en la
historia. Así es que, instalada apenas en su nueva patria, después de las
migraciones a través de otros países y en contacto con otras razas, que la
historia narra o vislumbra, las tradiciones religiosas y místicas que de otros
pueblos heredaran los griegos, transfórmense en sistemas cosmogónicos, y al
lado de los misterios religiosos, que pueden considerarse como iniciaciones
científicas, aparecen también sentencias morales que revelan cierta aspiración
a un sistema ético-social, el mismo que recibirá en su día oportunos
desenvolvimientos.
Aparte de los poemas homéricos, los cuales
contribuyeron indudablemente al movimiento civilizador de los griegos, los
himnos religiosos, las sentencias morales y las concepciones cosmogónicas de
Orfeo, demuestran que mil doscientos años antes de la era [92] cristiana
existía ya en Grecia un cuerpo de doctrinas, que puede considerarse como
preformación más o menos sistemática, aunque rudimentaria, de la Filosofía.
Cuatrocientos años después, esta Filosofía daba un paso más, merced a las ideas
cosmogónicas y teogónicas de Hesíodo (ochocientos antes de Jesucristo), cuyas
sentencias morales, así como las ético-sociales y políticas de Epimenides, de
Ferecides y de los siete Sabios de Grecia, robustecían la originalidad del
pensamiento helénico y ensanchaban los horizontes de la especulación
filosófica.
Este periodo de incubación y preparación de la
Filosofía griega, encierra dos manifestaciones o fases parciales: la
manifestación teogónica, envuelta en mitos y en leyendas poéticas, que algunos
apellidan por esta razón Filosofía
mítica, y la manifestación ético-política, apellidada, no sin
fundamento, por algunos, Filosofía
sentenciaría, Filosofía gnómica, en razón a la forma de su enseñanza por
medio de versos y sentencias aforísticas.
Fue opinión muy recibida entre los neoplatónicos,
entre muchos Padres de la Iglesia, y generalmente entre los antiguos
cristianos, que el movimiento inicial de la Filosofía griega, y no pocos de sus
elementos, debieron su origen a las religiones y literaturas de otros pueblos
más antiguos, y principalmente a las que florecieron en la India, la Persia y
el Egipto. Algunos de aquellos exageraron sin duda la influencia ejercida en la
Filosofía griega por las religiones asiáticas, y también las relaciones de
afinidad entre el pensamiento griego y el pensamiento oriental; pero en cambio
no pocos historiadores y críticos modernos, partidarios de [93] la originalidad
absoluta de la filosofía griega, cayeron en el extremo contrario. Las opiniones
encontradas de Roeth y de Zeller, y los fundamentos respetables en que uno y
otro se apoyan, demuestran que el problema no se considera resuelto de una
manera definitiva. Bien es verdad que, según nota oportunamente Ueberweg, se
trata aquí de un problema cuya solución plena y segura depende de las investigaciones
y trabajos referentes al Oriente y al Egipto, investigaciones y trabajos que
todavía dejan mucho que desear.
División general de la Filosofía griega
La clasificación y división que propone y sigue Hegel se aparta más de la de Tennemann; pues, según aquel filósofo, el primer periodo comprende desde Tales hasta Aristóteles; el segundo se halla caracterizado por la propagación y estado de la Filosofía griega en el mundo romano; y el tercero abraza solamente la Filosofía neoplatónica.
Sin entrar a discutir el fundamento de estas [97] opiniones, ni de las de Brandis, Zeller y otros, que se apartan más o menos de las arriba indicadas, parécenos muy aceptable y fundada la división adoptada por Tennemann y Ritter, pero limitando la duración o espacio de tiempo señalado para el tercer periodo, el cual, en nuestro sentir, debe terminar con la escuela neoplatónica de Atenas hacia mediados del siglo VI de la era cristiana.
Primer periodo de la filosofía griega
ü La escuela jónica
ü Tales
ü Anaximandro
ü Anaximenes y Diógenes de
Apolonia
ü Heráclito
ü Crítica
ü Anaxágoras y sus discípulos
ü Escuela itálica o pitagórica
ü Pitágoras
ü Discípulos de Pitágoras
ü Doctrina de los pitagóricos
ü Psicología y moral de los
pitagóricos
ü La escuela eleática
ü Crítica
ü La escuela atomista
ü Demócrito
ü Crítica
ü Empedocles
ü Los sofistas
ü Protágoras
ü Gorgias
ü Crítica
ü Otros sofistas
ü Crítica general de este
periodo
ü Ojeada retrospectiva
La escuela jónica
Sin contar la escuela o secta de los sofistas, la cual
puede considerarse como la transición al segundo periodo helénico iniciado por
Sócrates, el primer periodo de la Filosofía griega abraza cuatro escuelas
principales, que son la jónica,
la itálica o pitagórica, la eleática y la atomística, si bien esta última es
considerada por algunos, no sin fundamento, como una prolongación y variante de
la escuela jónica.Pero sea de esto lo que quiera, conviene no perder de vista que durante este periodo primero de la Filosofía helénica, aparecieron algunos filósofos que, sin pertenecer de una manera exclusiva y sistemática a ninguna de las escuelas mencionadas, contribuyeron al movimiento general de la Filosofía durante este periodo, ora iniciando una nueva evolución en alguna de las escuelas dichas (Heráclito, Anaxágoras), ora inspirándose en varias de las mismas (Empedocles), y formulando una especie de concepción sincrética y conciliadora.
Ya dejamos indicado arriba que el carácter general y común a todas estas escuelas y a sus derivaciones [101] parciales, es el predominio del pensamiento cosmológico, o, si se quiere, del problema físico. Los jónicos y atomistas, lo mismo que los eleáticos y pitagóricos, no menos que Heráclito y Anaxágoras y Empedocles, tratan ante todo y sobre todo de conocer y determinar la materia, la esencia, la realidad que constituye el ser o substancia de las cosas particulares, y, por consiguiente, del Universo-mundo. Porque es de notar que, para todas estas escuelas y filósofos del primer periodo, excepción hecha a lo más de Anaxágoras, las substancias materiales y sensibles entrañan la universalidad del ser, la realidad se identifica en el fondo con la naturaleza o mundo visible. Ni el número de los pitagóricos, ni el ser abstracto de los eleáticos, ni el fuego de Heráclito, representan y significan una realidad o substancia espiritual distinta de la realidad material. Y esta negación, o, mejor dicho, esta ausencia de la concepción de un ser espíritu, constituye otro de los caracteres generales de la especulación helénica en su primer periodo.
Los sofistas
En su origen, el nombre de sofista no llevaba consigo la idea
desfavorable que hoy le atribuimos, puesto que solía darse esta denominación a
los que hacía profesión de enseñar la sabiduría o la elocuencia. Sólo a contar
desde la época de Sócrates y Platón, el sofista se convirtió en un hombre que
hace gala y profesión de engañar a los demás por medio de argucias y sofismas;
que considera y practica la elocuencia como un medio de lucro; que hace alarde
de defender todas las causas, y que procede en sus discursos y en sus actos
como si la verdad y el error, el bien y el mal, la virtud y el vicio, fueran
cosas, o inasequibles, o convencionales, o indiferentes. Tales fueron los que
en la época socrática se presentaron en Atenas, después de recorrer pueblo y
ciudades, haciendo alarde de su profesión y de su habilidad sofística. Por un concurso de circunstancias especiales, Atenas vino a ser el punto de reunión y como la patria adoptiva de los sofistas. La forma solemne, pública y ruidosa en que estos exponían sus teorías, el brillo de su elocuencia, los aplausos que por todas partes les seguían, las máximas morales, o, mejor dicho, inmorales que profesaban, todo se hallaba en perfecta armonía y relación con el estado social, religioso y moral de la ciudad de Minerva. La lucha heroica que había sostenido en defensa de la libertad de los [175] griegos, los nombres de Milciades y Temístocles, las jornadas de Maratón y de Platea, el triunfo de Salamina, excitando maravillosamente el entusiasmo de los atenienses, desarrollando su actividad en todos sentidos, despertando y avivando el genio de la ciencia, de la industria y de las artes, habían hecho de la patria de Solón la patria común y como la capital intelectual y moral de toda la Grecia. A ella afluían las riquezas y tesoros del Asia y la Persia, del continente helénico, de las islas confederadas, derramando en su seno la opulencia y con ella el lujo, la molicie y la relajación de las costumbres públicas y privadas; a ella afluían también los últimos representantes de la escuela fundada por Tales, abandonando la Jonia, amenazada a la vez por el despotismo persa y por las exacciones de los mismos griegos. Afluían igualmente a Atenas los sucesores de Demócrito, los de Parménides y los últimos restos del pitagorismo, atraídos unos por el brillo y cultura de la metrópoli intelectual de la Grecia, y obligados otros por las discordias civiles de su patria. Añádase a esto la supremacía política ejercida por Atenas, el prestigio de la victoria que por todas partes acompañaba sus armas, el brillo esplendoroso que sobre su frente derramaron historiadores como Heredoto y Tucídides, poetas como Sófocles y Eurípides, artistas como Fidias y Praxíteles, y sobre todo téngase en cuenta que era el foco de todas las intrigas políticas, y se reconocerá que aquella ciudad estaba en condiciones las más favorables para ser visitada y explotada por los sofistas, y para servir de teatro a sus empresas.
Ojeada
retrospectiva
Antes de entrar en el segundo periodo de la
Filosofía griega, bueno será echar una rápida ojeada sobre el camino que
acabamos de recorrer. Esto es tanto más necesario, cuanto que se trata aquí del
primer periodo de la Filosofía helénica, y, por consiguiente, de un periodo que
entraña cierta confusión y adolece de las vacilaciones inherentes y comunes a
toda cosa que comienza.
¿Cuáles son los rasgos dominantes y
característicos de este periodo? ¿Cuáles son las evoluciones y el proceso de la
idea filosófica a través de los nombres y de las escuelas cuya historia
acabamos de bosquejar? [191]
Prescindimos aquí de la Filosofía griega
considerada en su estado primitivo y rudimentario, en su estado
ante-filosófico, por decirlo así, en su estado de incubación; porque no cabe
hablar de escuelas, de caracteres y de sistemas filosóficos cuando se daba el
nombre de Filosofía al conocimiento y práctica de cosas buenas; cuando se daba
el nombre de filósofos a las personas que se distinguían algo del vulgo o de la
generalidad de los hombres por algún conocimiento y práctica del bien: Omnis
rerum optimarum cognitio, atque in his exercitatio, philosophia nominata est,
según afirma Cicerón, y según indicaron antes que él Herodoto y Tucídides.
a) Para la escuela jónica, la materia es el
ser-todo y el principio de los seres particulares, cuyos gérmenes, incluso el
de la vida animal (hylozoísmo) y cuyas virtualidades lleva en su seno: la
observación sensible y la experiencia representan el conocimiento (empirismo) y
los principios de conocer para esta escuela.
b) Para le escuela de Heráclito, derivación
parcial y ascendente de la escuela jónica, el universo es la combinación, o,
mejor, la sucesión eterna e indeficiente del ser y del no ser; toda escuela
es de suyo fenomenal y transitoria, y el ser
se identifica con el hacerse, con el moverse, para ser y no ser. El ser, el
Universo-mundo, es una unidad (monismo); pero una unidad de movimiento, una
serie de fenómenos que aparecen [192] y desaparecen con sujeción a una ley
eterna y absolutamente necesaria. En suma: no existe realmente el ser, lo
absoluto, y sí únicamente el fieri, la sucesión, el moveri.
Segundo
periodo de la filosofía griega
ü La restauración socrática
ü Sócrates
ü Filosofía de Sócrates
ü Crítica
ü Los discípulos de Sócrates
ü Escuela cirenaica
ü La escuela cínica
ü Discípulos de Antístenes
ü Crítica
ü Escuela de Megara
ü Escuelas de Elis y de Eretria
ü Desarrollo y complemento de la Filosofía
socrática
ü Platón: vida y escritos
ü Teoría de Platón sobre las Ideas y el
conocimiento
ü Metafísica y psicología de Platón
ü Moral y política de Platón
ü Crítica
ü Discípulos y sucesores de Platón
ü Aristóteles
ü Escritos de Aristóteles
ü Lógica y psicología de Aristóteles
ü Cosmología y Teodicea de Aristóteles
ü Moral y política de Aristóteles
ü Crítica
ü Discípulos y sucesores de Aristóteles
ü Crítica y vicisitudes posteriores de la
escuela peripatética
ü El estoicismo
ü La lógica según los estoicos
ü Física del estoicismo
ü Moral del estoicismo
ü Crítica
ü Discípulos y sucesores de Zenón
ü Epicuro
ü La moral de Epicuro
ü La Filosofía especulativa de Epicuro
ü Crítica
ü Discípulos y sucesores de Epicuro
Los discípulos de Sócrates
La enseñanza de Sócrates, sin formar una escuela en el sentido propio de la palabra, dio origen a escuelas múltiples y muy diferentes entre sí, en relación con la manera de apreciar la enseñanza del maestro, y en relación también con el carácter y circunstancias especiales de sus oyentes. Algunos de estos eran de avanzada edad, y vinieron a su escuela con opiniones y convicciones científicas formadas ya de antemano, como Cherefón, Antístenes y Critón. Había otros, que, si acudían a las lecciones de Sócrates, era solamente con fines políticos, y con el deseo de aprender el arte de gobernar, o, mejor dicho, de dominar a los hombres, como Jenofonte, Cricias y Alcibiades. Así es que su maestro, el cual poseía a maravilla el arte de atraer los hombres, comunicándoles a la vez provechosa enseñanza, cuando se entretenía con estos, enderezaba sus discursos a sus fines e inclinaciones personales, discutiendo sobre el fin y la constitución del Estado, sobre la democracia y la aristocracia, sobre las leyes y la constitución social.Diferente era la marcha que seguía y diferente la materia de sus discursos cuando hablaba con hombres en los cuales descubría verdadera vocación filosófica, como sucedía con Fedón, con Teages, con Aristipo, con Euclides, y particularmente con Platón.
Dada la variedad de direcciones que Sócrates sabía imprimir a su enseñanza, y dados los elementos heterogéneos que se agrupaban en su rededor, no es difícil darse cuenta de las varias escuelas que nacieron de su enseñanza, y que pueden dividirse en completas e incompletas. Pertenece al primer género la de Platón, o sea la académica, porque sólo esta escuela expuso y conservó la concepción socrática en sus varios aspectos, desarrollándola y completándola a la vez con investigaciones e ideas nuevas. Las demás escuelas formadas al calor de la enseñanza de Sócrates, se limitaron a exponer, cultivar y, generalmente, a exagerar algún aspecto parcial de la misma. Pertenecen a este género la escuela cirenaica, fundada por Aristipo; la cínica, que debe su origen a Antístenes; la megárica, fundada por Euclides, y las de Elis y de Eretria, representadas por Fedón y Menedemo. Hablaremos primero de las escuelas incompletas que representan direcciones parciales de la doctrina socrática, para
Platón: vida y escritos
De familia ilustre y emparentado con la de Codro y Solón, nació Platón en Atenas, año poco más o menos, coincidiendo su nacimiento con la época de la muerte de Pericles.Algunos dicen que nació en Egina, y son muchos los que afirman que su nombre verdadero, o el que le dieron sus padres, fue el de Agatocles, sin que se sepa de cierto cuándo y por qué recibió el nombre de Platón, que conservó toda su vida. También se dice que en sus primeros años se dedicó a la poesía y que escribió varios poemas épicos y ditirámbicos. Si esto es exacto, es preciso admitir en todo caso que las aficiones poéticas de Platón no fueron duraderas, toda vez que a los veinte años se hizo discípulo de Sócrates, sin ocuparse más de poesía, entregándose por completo al estudio de la Filosofía. Platón siguió la escuela de Sócrates por espacio de ocho años, o sea hasta la muerte de su maestro, después de la cual se retiró a Megara.
Pasado algún tiempo al lado de Euclides para perfeccionarse en la dialéctica, Platón emprendió desde Megara, según tradiciones más o menos autorizadas, diferentes viajes y peregrinaciones. Clemente Alejandrino y Lactancio suponen que permaneció en Egipto por espacio de trece años, instruyéndose en sus ciencias y hasta en sus misterios hieráticos, atribuyéndole también viajes por la Fenicia, Babilonia, la Persia y la Judea. Sin embargo, si se exceptúa el viaje a Egipto, y esto sin determinar el tiempo de su permanencia, es preciso confesar que todas estas tradiciones carecen de fundamentos históricos.
Sus viajes a Italia y Sicilia, su comercio con los discípulos de Pitágoras y con los eleáticos, sus visitas a Dionisio el Tirano y a Dion, merecen mayor y casi completa confianza, dados los fundamentos en que se apoyan. Rico, y cargado, por decirlo así, con el despojos científico del Oriente y del Occidente, Platón abrió escuela pública en sitio ameno y frondoso, perteneciente a su amigo Academo, de donde se derivó a su escuela el nombre de Academia. El estudio y la enseñanza de la Filosofía ocuparon constantemente su espíritu, hasta que falleció en Atenas, a los ochenta y un años de edad.
Platón es tal vez el único filósofo notable de la antigüedad cuyos escritos han llegado íntegros hasta nosotros, lo cual ha contribuido a su celebridad y a que su doctrina sea mejor conocida. Esto no obstante, el pensamiento de Platón es obscuro y dudoso con frecuencia, contribuyendo a ello en parte la forma de diálogo, que no permite reconocer siempre con seguridad cuál sea la opinión del autor, y, por otro lado, la forma mitológica y alegórica que usa con frecuencia en sus escritos. De aquí es que no han faltado autores que atribuyeron a Platón una doctrina esotérica o secreta; por nuestra parte, creemos que el esoterismo platónico puede reducirse a las precauciones que era preciso tomar, si se quería no chocar o ponerse en abierta contradicción con el politeísmo oficial. Ello es cierto, sin embargo, que en sus escritos se tropieza frecuentemente con pasajes cuyo sentido es obscuro y ambiguo, con ideas y teorías que parecen contradictorias, según se echa de ver, entre otros, en los diálogos y textos que se refieren al origen, naturaleza y destino o existencia del alma después de la muerte, y, sobre todo, en los que se refieren a la teoría del conocimiento. Preséntanos unas veces al alma como substancia puramente espiritual, que vuela al seno de Dios después de la muerte, o es castigada en relación con sus obras; al paso que en otros pasajes hasta parece negarle espiritualidad verdadera y como que se acerca al materialismo, hablándonos del cuerpo etéreo y sutil que lleva consigo al separarse del cuerpo, y hasta de transmigración en cuerpos de animales. Por lo que hace a la teoría del conocimiento, la obscuridad es todavía mayor, siendo difícil por extremo fijar de una manera precisa el sentido y significación que da a las palabras sentido, imaginación, pensamiento o cogitatio, opinión, ciencia, razón.
Moral y política de Aristóteles
El hombre es capaz de moralidad, porque y en
cuanto está dotado de libertad y de razón. A diferencia de los animales, los
cuales obran propter finem de
una manera instintiva e inconsciente, el hombre conoce, delibera y obra propter finem, de una manera
consciente y refleja. El fin o bien que el hombre se propone alcanzar por medio
de su acción, es el primer movente y la primera causa de esta acción, aunque su
consecución real y efectiva es posterior a las otras causas: primum in intentione, est ultimum in
executione. No siendo posible proceder in infinitum en el número y orden de los bienes que sirven de fin a nuestras acciones deliberadas, es preciso que haya alguna cosa que se considere como fin último y bien supremo asequible por medio de dichas acciones, y, por consiguiente, como la última perfección del individuo.
Consiste esta, para el hombre, en el ejercicio más perfecto de las facultades que son propias del hombre como ser racional, y, por consiguiente, en la práctica de la virtud, y sobre todo en la contemplación de la verdad, operación la más sublime y como la parte más divina (eorum, quae sunt in nobis divinissimum) que hay en el hombre. Así, pues, la última perfección del hombre y su felicidad en la vida presente consiste en la operación propia de la razón, como la cosa más divina en el hombre, y la vida que emana de esta operación es vida divina con respecto a la vida humana. Las riquezas, los honores, la salud y los demás bienes de la vida, no constituyen la felicidad y perfección del hombre; pero pueden contribuir a ella y son neccesarios para esta felicidad, según que y en la medida con que pueden facilitar la posesión de la virtud y la contemplación perfecta de la verdad.
Discípulos y sucesores de Epicuro
La corrupción general que a la muerte de
Epicuro se había apoderado de la Grecia y del Asia, la molicie en las
costumbres, la irreligión y el descreimiento que reinaban en aquellos países,
al propio tiempo que comenzaba a propagarse en Roma y en las provincias sujetas
a su dominación, contribuyeron poderosamente al desarrollo, extensión y
permanencia, que por espacio de siglos alcanzó la escuela epicúrea entre
griegos y romanos. Bien es verdad que la importancia y mérito de sus discípulos
y adeptos no corresponde a su número; pues, si se exceptúa al famoso autor del
poema De rerum natura, apenas
hay alguno que sea digno de especial mención. a) Diógenes Laercio, en quien se descubre cierta predilección por Epicuro y cierta complacencia bastante significativa en la exposición de su doctrina, habla de sus discípulos y sucesotes más inmediatos en los siguiente términos:
«Tuvo muchos y muy sabios discípulos, como Metrodoro Lampsaceno, el cual, desde que le conoció, jamás se apartó de él, excepto seis meses que estuvo en su casa, y se volvió luego... Era constantísimo de ánimo contra las adversidades y contra la misma muerte, según dice Epicuro en el Primer Metrodoro. Dicen que murió siete años antes que su maestro, a los cincuenta y tres de su edad...
b) »Fue también discípulo de Epicuro Polieno de Lampsaco, hijo de Atenodoro, hombre benigno y amable, como le llamó Filodemo. Lo fue igualmente su sucesor en la escuela Hermaco de Mitilene, el cual al principio seguía la oratoria. De éste quedan excelentes libros, que son veintidós Cartas acerca de Empedocles. –De las Matemáticas, contra Platón y contra Aristóteles. Murió en casa de Lisias este varón ilustre. Fueron también discípulos suyos Leonteo con su mujer Temistia, a la cual escribió Epicuro, y asimismo Colotes e Idomeneo, todos naturales de Lampsaco.
Tercer periodo de la filosofía griega
ü Crisis y decadencia en la Filosofía helénica
ü Escepticismo pirrónico
ü El escepticismo académico
ü Escepticismo positivista. Enesidemo
ü Sexto Empírico
ü La Filosofía entre los romanos
ü La escuela peripatética entre los romanos
ü La escuela epicúrea entre los romanos
ü La escuela académica entre los romanos.
Cicerón
ü El estoicismo entre los romanos. Séneca
ü Epicteto y Marco Aurelio
ü Movimiento de transición
ü Los nuevos pitagóricos
ü Movimiento intelectual en Alejandría
ü Origen de la escuela greco-judaica
ü Filón
ü Crítica
ü El gnosticismo
ü Gnosticismo panteísta
ü Crítica
ü Gnosticismo dualista
ü Gnosticismo antijudaico
ü Gnosticismo semipagano
ü El gnosticismo y la Filosofía novísima
ü La escuela neoplatónica
ü Plotino
ü Crítica
ü Porfirio
ü Neoplatonismo místico
ü Escuela filosófico-teosófica del neoplatonismo
ü Crítica general del neoplatonismo y de la
Filosofía pagana
El escepticismo académico
El esceptismo académico y debe su origen a una
transformación de la escuela platónica. Arcesilao, natural de Pitana, en la
Eolia, y discípulo sucesor de Crates en la Academia, fue el autor de esta
transformación. Con el intento de oponer una valla y correctivo al dogmatismo
exagerado de Zenón y Crisipo, resucitó y puso de nuevo en boga el método
socrático, empleando la ironía, la interrogación y la duda en las controversias
filosóficas. Los procedimientos escépticos por parte del método le condujeron
al escepticismo objetivo, y sus ataques contra las ideas claras de los estoicos
como criterio de la verdad, le arrastraron a exagerar las ilusiones de los
sentidos y [384] la impotencia de la razón par cerciorarse de la realidad
objetiva de las cosas y para llegar a la posesión científica y refleja de la
verdad. Sócrates había dicho: sólo sé
una cosa, y es que no sé nada; y Arcesilao, desarrollando el germen
escéptico del maestro de Platón, añadía: ni
aun sé de cierto que no sé nada. Sin embargo, su escepticismo no se
extendía al orden moral, cuya fijeza admitía con los estoicos, limitándose al
orden especultativo y metafísico. Sus discípulos y sucesores inmediatos fueron Lacides de Cirene, Evandro de la Focide y Hegesino de Pérgamo. Su sistema es
conocido generalmente en la historia de la Filosofía con los nombres de Academia media, Academia segund, para
distinguirlo de
Epicteto y Marco Aurelio
Apenas había bajado al sepulcro Séneca, cuando
comenzó a llamar la atención Epicteto, nacido en Hierápolis, ciudad de la Caria
o de Frigia, y a quien vicisitudes ignoradas de la guerra o de familia,
llevaron a la esclavitud. Su paciencia e imperturbabilidad de ánimo fue
verdaderamente estoica, a juzgar por las anécdotas que corren acerca de este
filósofo {154}, que fue
esclavo de un liberto de Nerón. La Filosofía de Epicteto es la Filosofía del Pórtico, llevada al último grado de rigorismo en su parte ética. Nótase en ella, como en la de Séneca, la influencia vivificante de la idea cristiana, especialmente en sus [428] máximas referentes a la benevolencia universal, a la obediencia y culto de Dios, y a la conformidad con la voluntad divina en las adversidades y males de la vida presente. Nótase también esta influencia cristiana en los consejos sobre el modo de refrenar las pasiones y apetitos de la carne, y hasta en el desprendimiento de padres, parientes y patria, bien que desfigurando en esto último, o, por mejor dicho, desconociendo el sentido cristiano, puesto que Epicteto subordina este desprendimiento a la tranquilidad del ánimo, y en tanto lo recomienda, en cuanto que lleva consigo la paz o exención de cuidados, y, por consiguiente, con un fin esencialmente terreno y egoísta, cosas que están muy lejos de los fines superiores y de las condiciones propias del desprendimiento cristiano.
Plotino
Plotino, el representante principal y más genuino del
aspecto filosófico del neoplatinismo, nació en Lycópolis, en los primeros años
del siglo tercero de la Iglesia. Después de escuchar las lecciones de varios
filósofos, y últimamente las de Anmonio Saccas en Alejandría, se trasladó a
Roma, y allí enseñó el neoplatonismo hasta su muerte, acaecida en 270. Su
escuela fue muy concurrida, acudiendo a ella de todas las provincias del
Imperio, y convirtiéndose en centro de resistencia y de guerra contra la
religión cristiana, cuyos misterios, cuyos principios de igualdad entre todos
los hombres, y cuya universalidad de doctrina para
todos, se avenía mal con el orgullo y las tradiciones de la Filosofía pagana.
Porfirio, el confidente y el discípulo predilecto de Plotino, recogió y ordenó
los escritos de su maestro, distribuyéndolos en seis Enneadas, cada una de las cuales contiene nueve libros o
tratados. Estos escritos han llegado afortunadamente hasta nosotros, y nos
ponen en situación de conocer y juzgar la Filosofía de Plotino con más acierto
y seguridad que la de otros filósofos antiguos. He aquí su resumen:a) Dios es una cosa incomprensible e innominable para nosotros: es todo lo que existe y nada de lo que existe; contiene en sí toda la realidad, pero no es una esencia determinada; de aquí se infiere que el nombre menos impropio que le podemos atribuir es el de Uno. [486] Es, pues, la unidad absoluta, necesaria, inmutable, infinita; pero no es la unidad numérica, es la unidad universal en su perfecta simplicidad. Este Unum abstracto y universalísimo está sobre todas las cosas, sobre todas las ideas y perfecciones que podemos concebir: siendo, como es, el principio y el ser de todas las cosas, no es ni bondad, ni libertad, ni pensamiento, ni voluntad, sino que es superior a todo esto, y hasta es superior al ser. El Uno no es el ser, no es la inteligencia: es superior al uno y a la otra; está sobre toda acción, sobre toda determinación, sobre todo conocimiento; no es ni movimiento, ni quietud, ni alma, ni inteligencia, ni siquiera cosa individual o determinada: neque illud, neque hoc dicere.
Representantes de
filosofía griega.
Se
denomina filosofía medieval a la
filosofía dada en Europa y el Oriente Medio durante el período conocido como Edad Media, periodo que se
extiende desde la caída del Imperio Romano de Occidente en el siglo V hasta la caída del Imperio
Romano de Oriente
1453
Los problemas fundamentales discutidos durante este periodo fueron la
relación entre la fe y la razón, la naturaleza y existencia de Dios, los límites del conocimiento y la libertad en el hombre, la naturaleza de los universales y la individuación de las sustancias
divisibles e indivisibles.
Representantes de filosofía Medieval.
Representantes de filosofía Medieval.
2.3 Filosofía Moderna
La filosofía
moderna abarca los comienzos del Renacimiento y
la reforma protestante hasta los últimos años del siglo XX.
Después de quince siglos de filosofar acerca de cuestiones teológicas, surge un
espíritu de reacción de protesta en contra de la postura tradicional que había
adoptado la filosofía. Se considera a René Descartes,
padre de esta filosofía, pues su genio lo condujo a la creación de una nueva
ciencia matemática, la geometría analítica y llegó a la conclusión de que para
evitar el error no basta la inteligencia, sino que hay que aplicarla adecuadamente,
es decir requiere de un método.
Debemos advertir que se llama filosofía moderna no a
lo que comienza con la historia moderna (que tiene su punto de partida en la
toma de Constantinopla por los turcos), sino que se considera filosofía moderna
a lo que comienza con Descartes. Lo característico de la filosofía moderna
(desde Descartes hasta Husserl) es que cambiaron el punto de partida de la filosofía
y en vez de ser el punto de partida la consideración del mundo comenzaron por
la consideración del conocimiento del mundo, que no es lo mismo.
Origen y caracteres de la Filosofía moderna
Durante el primer tercio del siglo XIV
escribía y obraba bajo la influencia del libre pensamiento Guillermo de Occam.
El movimiento insurreccional en política, en religión y en filosofía que con su
palabra, con su pluma y con su ejemplo había provocado y sostenido este libre
pensador, perseveró después de su muerte en la escuela nominalista, heredera
legítima del pensamiento libre y de las tendencias heterodoxas de su fundador.
La acción lenta, pero eficaz y perseverante, de esta escuela, encarnación del nominalismo occámico, que en la práctica y para la mayor parte de sus partidarios se tradujo en alardes escépticos, en menosprecio de las cosas y personas eclesiásticas y en resistencias más o menos veladas contra la autoridad pontificia, preparó el advenimiento del reinado racionalista y de la secularización completa que caracteriza a la Europa de [166] hoy, y que hace de ella la antítesis más absoluta de la antigua Europa cristiana.
Jordano Bruno
A mediados del siglo XVI nació en Nola Jordano
Bruno, cuya memoria ha sido rehabilitada con empeño en los últimos siglos, a
causa, sin duda, de sus afinidades doctrinales y filosóficas con el panteísmo
germánico. Sábese que tomó el hábito en la Orden religiosa de Santo Domingo;
pero se ignora el lugar, el año y hasta si llegó a profesar,{1} afirmando algunos que se retiró a
Ginebra antes de la profesión. De todos modos, es cierto que, después de
abrazar el calvinismo, viajó por Francia, Inglaterra, Alemania e Italia,
enseñando en París y otras partes, cambiando de religión según los países, hasta
que, detenido por la Inquisición de Venecia y trasladado después a Roma, fue
sentenciado a las llamas y ejecutado en 1600. [196]
Algunos autores, y entre ellos Sesters, suponen con bastante fundamento que Bruno no se hizo calvinista ni luterano, como afirman generalmente sus biógrafos, sino que rechazaba o negaba toda religión positiva, y que lo que dio origen a la creencia de sus cambios de religión fueron los virulentos ataques y las injurias que dirigió constantemente contra la Iglesia Católica y contra el Papa.
Filosofía de Malebranche
En su calidad de discípulo de Descartes,
Malebranche comienza por demostrar ontológicamente la existencia de Dios,
porque «las pruebas de la [251] existencia de Dios, sacadas de la idea que
tenemos del infinito, son pruebas de simple vista», dice en la Investigación de la verdad. Pero
Malebranche va más lejos que Descartes en este punto; porque, después de sentar
que para conocer que Dios existe basta pensar en él ( il suffit de penser à Dieu pour savoir qu'il est), añade que el
conocimiento que tenemos de Dios es un conocimiento inmediato y directo, sin
intervención de cosa alguna creada (Dieu
que nous voyons d'une vue immediate et directe sans l'entremise d'aucune
créature), afirmación que excluye hasta la idea innata de Descartes. Por
lo mismo que Dios es un ser infinito e ilimitado, el ser universal y
absolutamente perfecto, no puede ser representado por medio de cosa alguna
finita.
Crítica
Geulincx, Malebranche y Spinoza representan la
evolución de los principios erróneos y antitradicionales de la Filosofía
cartesiana, y especialmente la evolución de su principio racionalista, el cual,
contenido dentro de ciertos límites en los dos primeros, a causa de su
Cristianismo personal, recibe forma y todo su desarrollo lógico en Spinoza;
Bossuet, Fénelon y Leibnitz, representan, como veremos después, la continuación
y evolución de la Filosofía cristiana, con mayor o menor pureza. Pascal
representa una evolución o situación intermedia bajo este punto de vista. [286]
Por un lado, representa las tradiciones y enseñanzas de la Filosofía cristiana, especialmente en cuanto a la tesis que se refiere a las relaciones entre la razón y la fe, entre la ciencia y la religión católica. Por otro lado, o sea por parte de su dirección escéptica, que puede apellidarse el punctum saliens de su doctrina filosófica, el autor de las Provinciales representa parcialmente, y en cierto sentido, la tradición de la Filosofía de Descartes, en la cual hemos observado más de un germen de escepticismo. Aparte de esto, no cabe poner en duda que Pascal coincide con Descartes y adopta sus opiniones sobre varios puntos de metafísica y de física, si bien se aparta de su compatriota en otras cuestiones capitales de estas mismas ciencias, y principalmente en las que se refieren a la física.
La Mettrie y el barón de Holbach
Entre los diferentes
nombres que acabamos de citar a causa de sus trabajos más o menos relacionados
con la Enciclopedia, los de La
Mettrie y Holbach merecen lugar separado en la historia de la Filosofía, no
ciertamente porque su mérito como filósofos sea superior al de sus compañeros,
sino porque son los representantes más genuinos y explícitos del materialismo y
del ateísmo de la época. En efecto, La
Mettrie, cuya vida y costumbres, y hasta cuya muerte estuvieron en
armonía con sus ideas materialistas, digan lo que quieran sus recientes [421]
panegiristas,{1} hace alarde y profesión del
materialismo más grosero y completo. En su Hombre-planta, en su Historia
natural del alma, pero sobre todo en su Hombre-máquina, obra que, por confesión de su mismo autor, se
halla calcada sobre el animal-máquina de Descartes, y es una aplicación del mecanismo
cartesiano, La Mettrie enseña y afirma que no hay en el mundo más que
substancias materiales, ni más alma racional que las propiedades del cuerpo, ni
más destino del hombre que el placer de los sentidos, ni más teoría moral que
la teoría del goce; que el hombre no se distingue de los animales más que en el
lenguaje articulado; que el pensamiento es el resultado de la organización de
la materia, y que la aparición del hombre sobre la tierra puede compararse a la
de los hongos y las flores.
Estética trascendental
Aunque la función propia y general de la
sensibilidad, considerada como facultad de conocimiento, es suministrar la
materia de éste, no entraña sólo las sensaciones como percepción de impresiones
(receptividad) externas, sino que encierra también una fuerza interna y activa.
En otros términos: las intuiciones sensibles, además y al lado del elemento
empírico y a posteriori,
incluyen un elemento a priori,
producto espontáneo e interno del espíritu. [452]
Este elemento, contenido en el fondo mismo del alma, y que por esta razón se denomina a priori, se halla representado por el espacio, forma y condición general de las sensaciones externas, y por el tiempo, forma y condición general de la experiencia interna; de manera que el espacio y el tiempo deben concebirse como intuiciones primitivas y anteriores a toda experiencia y a todo ejercicio de la sensibilidad. El espacio y el tiempo no son objetos percibidos o conocidos por la sensibilidad, sino condiciones previas del ejercicio de ésta y formas generales de sus representaciones sensibles. Aunque el vulgo se imagina que percibe el espacio y el tiempo como cosas reales y externas, lo que percibe realmente son las cosas en el espacio y en el tiempo: éste y aquél son modos de percibir las cosas, no son objetos percibidos.
Estética trascendental
Aunque la función propia y general de la
sensibilidad, considerada como facultad de conocimiento, es suministrar la
materia de éste, no entraña sólo las sensaciones como percepción de impresiones
(receptividad) externas, sino que encierra también una fuerza interna y activa.
En otros términos: las intuiciones sensibles, además y al lado del elemento
empírico y a posteriori,
incluyen un elemento a priori,
producto espontáneo e interno del espíritu.
Este elemento, contenido en el fondo mismo del alma, y que por esta razón se denomina a priori, se halla representado por el espacio, forma y condición general de las sensaciones externas, y por el tiempo, forma y condición general de la experiencia interna; de manera que el espacio y el tiempo deben concebirse como intuiciones primitivas y anteriores a toda experiencia y a todo ejercicio de la sensibilidad. El espacio y el tiempo no son objetos percibidos o conocidos por la sensibilidad, sino condiciones previas del ejercicio de ésta y formas generales de sus representaciones sensibles. Aunque el vulgo se imagina que percibe el espacio y el tiempo como cosas reales y externas, lo que percibe realmente son las cosas en el espacio y en el tiempo: éste y aquél son modos de percibir las cosas, no son objetos percibidos.
La
Filosofía moderna
ü Origen y caracteres de la Filosofía moderna
ü Bacon de Verulam
ü Crítica
ü Hobbes
ü Crítica
ü Jordano Bruno
ü Campanella
ü Crítica
ü Descartes
ü Base y espíritu general de la Filosofía de
Descartes
ü Doctrina filosófica de Descartes
ü Crítica
ü Escuela cartesiana
ü Impugnadores de la Filosofía cartesiana
ü Gassendi
ü Ocasionalismo cartesiano. Geulincx
ü Malebranche
ü Filosofía de Malebranche
ü Crítica
ü spinoza
ü Filosofía de Spinoza
ü Crítica
ü Pascal
ü Crítica
ü Bossuet
ü Fénelon
ü Leibnitz: su vida y sus obras
ü Filosofía de Leibnitz
ü Crítica
ü Contemporáneos de Leibnitz en Alemania
ü Kircher
ü Discípulos de Leibnitz
ü Adversarios de la Filosofía de Leibnitz
ü Locke y sus precursores
ü La Filosofía de Locke
ü Crítica
ü Contemporáneos de Locke en Inglaterra
ü Discípulos y sucesores de Locke
ü Berkeley
ü Filosofía de Hume
ü La escuela escocesa
ü Hamilton
ü Crítica
ü Condillac
ü Discípulos de Condillac
ü Vico
ü Voltaire
ü Rousseau
ü Los enciclopedistas
ü La Mettrie y el barón de Holbach
ü Estado de la Filosofía escolástica hasta fines
del siglo XVIII
ü La Filosofía escolástico-ecléctica
ü El P. Feijóo y P. Hervás
ü Transición de la Filosofía moderna a la
Filosofía novísima por medio de Kant
ü La Filosofía especulativa de Kant
ü Bases generales del criticismo de Kant
ü Estética trascendental
ü Lógica trascendental
ü Dialéctica trascendental o crítica de la
razón, según Kant
ü Resultados y aplicaciones de la Filosofía
teorética de Kant
ü Filosofía moral de Kant
ü Crítica
ü Movimiento kantiano. Impugnadores de la
doctrina de Kant
ü Partidarios de la Filosofía de Kant
ü Filósofos ecléctico-kantianos
ü Filosofía de Jacobi
Origen y caracteres de la Filosofía moderna
Durante el primer tercio del siglo XIV
escribía y obraba bajo la influencia del libre pensamiento Guillermo de Occam.
El movimiento insurreccional en política, en religión y en filosofía que con su
palabra, con su pluma y con su ejemplo había provocado y sostenido este libre
pensador, perseveró después de su muerte en la escuela nominalista, heredera
legítima del pensamiento libre y de las tendencias heterodoxas de su fundador.La acción lenta, pero eficaz y perseverante, de esta escuela, encarnación del nominalismo occámico, que en la práctica y para la mayor parte de sus partidarios se tradujo en alardes escépticos, en menosprecio de las cosas y personas eclesiásticas y en resistencias más o menos veladas contra la autoridad pontificia, preparó el advenimiento del reinado racionalista y de la secularización completa que caracteriza a la Europa de [166] hoy, y que hace de ella la antítesis más absoluta de la antigua Europa cristiana.
Jordano Bruno
A mediados del siglo XVI nació en Nola Jordano
Bruno, cuya memoria ha sido rehabilitada con empeño en los últimos siglos, a
causa, sin duda, de sus afinidades doctrinales y filosóficas con el panteísmo
germánico. Sábese que tomó el hábito en la Orden religiosa de Santo Domingo;
pero se ignora el lugar, el año y hasta si llegó a profesar,{1} afirmando algunos que se retiró a
Ginebra antes de la profesión. De todos modos, es cierto que, después de
abrazar el calvinismo, viajó por Francia, Inglaterra, Alemania e Italia,
enseñando en París y otras partes, cambiando de religión según los países, hasta
que, detenido por la Inquisición de Venecia y trasladado después a Roma, fue
sentenciado a las llamas y ejecutado en 1600. [196]Algunos autores, y entre ellos Sesters, suponen con bastante fundamento que Bruno no se hizo calvinista ni luterano, como afirman generalmente sus biógrafos, sino que rechazaba o negaba toda religión positiva, y que lo que dio origen a la creencia de sus cambios de religión fueron los virulentos ataques y las injurias que dirigió constantemente contra la Iglesia Católica y contra el Papa.
Filosofía de Malebranche
En su calidad de discípulo de Descartes,
Malebranche comienza por demostrar ontológicamente la existencia de Dios,
porque «las pruebas de la [251] existencia de Dios, sacadas de la idea que
tenemos del infinito, son pruebas de simple vista», dice en la Investigación de la verdad. Pero
Malebranche va más lejos que Descartes en este punto; porque, después de sentar
que para conocer que Dios existe basta pensar en él ( il suffit de penser à Dieu pour savoir qu'il est), añade que el
conocimiento que tenemos de Dios es un conocimiento inmediato y directo, sin
intervención de cosa alguna creada (Dieu
que nous voyons d'une vue immediate et directe sans l'entremise d'aucune
créature), afirmación que excluye hasta la idea innata de Descartes. Por
lo mismo que Dios es un ser infinito e ilimitado, el ser universal y
absolutamente perfecto, no puede ser representado por medio de cosa alguna
finita.
Crítica
Geulincx, Malebranche y Spinoza representan la
evolución de los principios erróneos y antitradicionales de la Filosofía
cartesiana, y especialmente la evolución de su principio racionalista, el cual,
contenido dentro de ciertos límites en los dos primeros, a causa de su
Cristianismo personal, recibe forma y todo su desarrollo lógico en Spinoza;
Bossuet, Fénelon y Leibnitz, representan, como veremos después, la continuación
y evolución de la Filosofía cristiana, con mayor o menor pureza. Pascal
representa una evolución o situación intermedia bajo este punto de vista. [286]Por un lado, representa las tradiciones y enseñanzas de la Filosofía cristiana, especialmente en cuanto a la tesis que se refiere a las relaciones entre la razón y la fe, entre la ciencia y la religión católica. Por otro lado, o sea por parte de su dirección escéptica, que puede apellidarse el punctum saliens de su doctrina filosófica, el autor de las Provinciales representa parcialmente, y en cierto sentido, la tradición de la Filosofía de Descartes, en la cual hemos observado más de un germen de escepticismo. Aparte de esto, no cabe poner en duda que Pascal coincide con Descartes y adopta sus opiniones sobre varios puntos de metafísica y de física, si bien se aparta de su compatriota en otras cuestiones capitales de estas mismas ciencias, y principalmente en las que se refieren a la física.
La Mettrie y el barón de Holbach
Entre los diferentes
nombres que acabamos de citar a causa de sus trabajos más o menos relacionados
con la Enciclopedia, los de La
Mettrie y Holbach merecen lugar separado en la historia de la Filosofía, no
ciertamente porque su mérito como filósofos sea superior al de sus compañeros,
sino porque son los representantes más genuinos y explícitos del materialismo y
del ateísmo de la época. En efecto, La
Mettrie, cuya vida y costumbres, y hasta cuya muerte estuvieron en
armonía con sus ideas materialistas, digan lo que quieran sus recientes [421]
panegiristas,{1} hace alarde y profesión del
materialismo más grosero y completo. En su Hombre-planta, en su Historia
natural del alma, pero sobre todo en su Hombre-máquina, obra que, por confesión de su mismo autor, se
halla calcada sobre el animal-máquina de Descartes, y es una aplicación del mecanismo
cartesiano, La Mettrie enseña y afirma que no hay en el mundo más que
substancias materiales, ni más alma racional que las propiedades del cuerpo, ni
más destino del hombre que el placer de los sentidos, ni más teoría moral que
la teoría del goce; que el hombre no se distingue de los animales más que en el
lenguaje articulado; que el pensamiento es el resultado de la organización de
la materia, y que la aparición del hombre sobre la tierra puede compararse a la
de los hongos y las flores.
Estética trascendental
Aunque la función propia y general de la
sensibilidad, considerada como facultad de conocimiento, es suministrar la
materia de éste, no entraña sólo las sensaciones como percepción de impresiones
(receptividad) externas, sino que encierra también una fuerza interna y activa.
En otros términos: las intuiciones sensibles, además y al lado del elemento
empírico y a posteriori,
incluyen un elemento a priori,
producto espontáneo e interno del espíritu. [452]Este elemento, contenido en el fondo mismo del alma, y que por esta razón se denomina a priori, se halla representado por el espacio, forma y condición general de las sensaciones externas, y por el tiempo, forma y condición general de la experiencia interna; de manera que el espacio y el tiempo deben concebirse como intuiciones primitivas y anteriores a toda experiencia y a todo ejercicio de la sensibilidad. El espacio y el tiempo no son objetos percibidos o conocidos por la sensibilidad, sino condiciones previas del ejercicio de ésta y formas generales de sus representaciones sensibles. Aunque el vulgo se imagina que percibe el espacio y el tiempo como cosas reales y externas, lo que percibe realmente son las cosas en el espacio y en el tiempo: éste y aquél son modos de percibir las cosas, no son objetos percibidos.
Estética trascendental
Aunque la función propia y general de la
sensibilidad, considerada como facultad de conocimiento, es suministrar la
materia de éste, no entraña sólo las sensaciones como percepción de impresiones
(receptividad) externas, sino que encierra también una fuerza interna y activa.
En otros términos: las intuiciones sensibles, además y al lado del elemento
empírico y a posteriori,
incluyen un elemento a priori,
producto espontáneo e interno del espíritu. Este elemento, contenido en el fondo mismo del alma, y que por esta razón se denomina a priori, se halla representado por el espacio, forma y condición general de las sensaciones externas, y por el tiempo, forma y condición general de la experiencia interna; de manera que el espacio y el tiempo deben concebirse como intuiciones primitivas y anteriores a toda experiencia y a todo ejercicio de la sensibilidad. El espacio y el tiempo no son objetos percibidos o conocidos por la sensibilidad, sino condiciones previas del ejercicio de ésta y formas generales de sus representaciones sensibles. Aunque el vulgo se imagina que percibe el espacio y el tiempo como cosas reales y externas, lo que percibe realmente son las cosas en el espacio y en el tiempo: éste y aquél son modos de percibir las cosas, no son objetos percibidos.
Representantes de filosofía Moderna.
2.4 Filosofía Contemporánea
La filosofía
moderna abarca los comienzos del Renacimiento y
la reforma protestante hasta los últimos años del siglo XX.
Después de quince siglos de filosofar acerca de cuestiones teológicas, surge un
espíritu de reacción de protesta en contra de la postura tradicional que había
adoptado la filosofía. Se considera a René Descartes,
padre de esta filosofía, pues su genio lo condujo a la creación de una nueva
ciencia matemática, la geometría analítica y llegó a la conclusión de que para
evitar el error no basta la inteligencia, sino que hay que aplicarla
adecuadamente, es decir requiere de un método.
Debemos advertir que se llama filosofía moderna no a lo
que comienza con la historia moderna (que tiene su punto de partida en la toma
de Constantinopla
por los turcos), sino que se considera filosofía moderna a lo que comienza con
Descartes. Lo característico de la filosofía moderna (desde Descartes hasta Husserl) es que
cambiaron el punto de partida de la filosofía y en vez de ser el punto de
partida la consideración del mundo comenzaron por la consideración del
conocimiento del mundo, que no es lo mismo.
2.5 Filosofía Actual
Aproximadamente desde
1970 se viene hablando en filosofía de una nueva época del pensamiento. Para
algunos intelectuales el mundo actual se caracteriza por un cambio radical con
respecto a las cosmovisiones que orientaban a la humanidad hasta hace unos cincuenta
años. Esta nueva manera de pensar y de concebir la realidad recibe el nombre de
"actitud posmoderna". El término posmoderno hace alusión a una crisis
de las ideas y valores proclamados en la modernidad. Más que una corriente filosófica podemos definir la actitud posmoderna
como un ambiente cultural en que está inmerso el hombre común y corriente de
principios del siglo XXI. Es una época caracterizada por la pluralidad
de pensamientos y un declive de la razón que hace imposible una visión unitaria
de las cosas. En general, podemos determinar algunas características del
pensamiento posmoderno.
Debilidad de la razón y fin de los meta relatos
La modernidad
defendió la fe en la razón como actitud fundamental para el progreso y el
desarrollo de los pueblos.
Contraste, los posmodernos proclaman un pensamiento
débil incapaz de crear criterios, ideas y valores universalmente válidos.
Ningún planteamiento
teórico racional tiene la última palabra en el mundo, todo tiene validez
relativa, se circunscribe a situaciones locales, pero no podemos pretender que
nuestras ideas, por más interesantes que parezcan, sean aceptadas por todo el
mundo.
Esta visión de una
racionalidad débil conduce a los hombres posmodernos a una visión escéptica de
las grandes ideas ilustradas: los
grandes metarrelatos.
Un metarrelato es uno de esos grandes proyectos filosóficos que
pretendieron orientar a la humanidad durante la modernidad y en los años
siguientes. Por ejemplo, el comunismo de principios del siglo XX se levantó
como una gran teoría socio-económica que buscaba la igualdad y al final
fracasó…
Unido al pensamiento
débil, encontramos en la posmodernidad una reivindicación de la tolerancia, el pluralismo y la diversidad.
Como efecto de la globalización vemos que en un mismo territorio pueden convivir múltiples visiones del mundo;
nadie tiene la última palabra frente a las diferentes formas de sentir y
pensar, lo importante es aceptar al otro en su diversidad enriqueciéndonos
mutuamente a partir de lo que cada uno es y tiene
En la posmodernidad lo que observamos es una multiplicidad de visiones
éticas que nos recuerdan el relativismo moral de los sofistas: nadie tiene la
verdad, todo depende del punto de vista desde donde se miren las cosas.
Sin duda las últimas
décadas del siglo pasado y los inicios del siglo XXI están dominados por el
auge tecnológico. La informática, cibernética y robótica han cambiado el
panorama mundial en todos los aspectos y necesariamente asistimos a una nueva
concepción de lo humano. La interacción entre el hombre y la máquina constituye
un nuevo concepto antropológico que es necesario explorar y comprender.
Representantes de filosofía Actual.
En resumen: